En Italia hay muchos pueblos construidos sobre toba, esa piedra volcánica porosa que en italiano se dice “tufo”.
Los del centro de la península producen un gran impacto visual. No forman parte de la postal que uno se forma en la mente cuando piensa en Italia, pero su interés y encanto no desmerecen en nada a las grandes metas turísticas del Bel Paese.
Están construidos sobre promontorios o cerros de toba, esa roca porosa que presenta una gran maleabilidad pero al mismo tiempo un alto riesgo de desprendimiento. No solo están construidos sobre esa roca sino que también sus casas están hechas de ese material.
En el más pequeño y quizás el más espectacular de todos, Civita di Bagnoregio, los riesgos son tan grandes que a la localidad se le conoce con el nombre de “la città che muore”, porque los fragmentos que se van desprendiendo de su base hacen temer por su frágil equilibrio, lo que ha provocado que muchos arquitectos italianos y extranjeros dediquen sus afanes a que el pueblo no se desplome como una escultura de arena hecha en la playa.
Hay algunos que se funden con la roca produciendo una imagen fantástica como Pitigliano (la pequeña Jerusalén, por su glorioso pasado hebreo), Sorano y Sovana.
Entre ellos hay toda una red de necrópolis y tumbas etruscas de primer orden, todas ellas excavadas en esa roca. Y no solo eso, hay auténticos caminos o pasajes (“le vie cave”) excavados en toba por los que se puede pasear, impregnándose de una atmósfera mágica, la que los etruscos imprimieron a toda esta región y que todavía hoy puede captarse en todos estos deliciosos pueblecitos.
Ref: http://www.dantezaragoza.com/2013/01/22/los-pueblos-del-tufo/
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